lunes, 28 de febrero de 2011

EL VENENO DEL ARÁCNIDO

Como el veneno inoculado en nuestras venas, actuando como droga que al instante nos hace depender de él, así es como nuestro querido Manuel Cuesta, llegó a nuestros corazones el sábado en Libertad 8, donde nos recibió con los brazos de un amigo al que de toda la vida conociéramos, pero al que hace siglos que no vemos.
Y es que hizo que desde el primer instante, sintieramos esa simbiosis de alma y corazón que hace meterse en la piel del otro, y pudiésemos percibir su calor humano, su "duende" sevillano, ese duende que como dice la canción "eso de ser buena gente, no se compra con dinero", su amistad sincera, su preocupación por nuestra comodidad.
Tan difícil me resulta describir el cúmulo de sentimientos y emociones que surgieron en mi interior toda la velada, que no hayo palabras capaces de transmitir cada instante, cada minuto, cada segundo vivido, a los que exprimí como si del néctar de la vida se tratara, tratando de absorber con todos los sentidos, la mágia de un entorno y de un evento, repleto de unas vibraciones cargadas de tanta energía, capaces de iluminar el tunel que recién atravesamos y que en los últimos tiempos, tan a oscuras nos ha tenido.
El resto ya está muy bién plasmado por Victor Alfaro en su blog, que con su pluma, fija en el espacio virtual el retrato de todo un actor de las palabras, como es Manuel Cuesta, maestro de la música de autor, que es responsable de esa adicción que nuestro cuerpo ha desarrollado, después de haber recibido ese Veneno del Arácnido, que tan sutilmente nos ha trasfundido nuestro Peter Parker sevillano. Con todo mi cariño, dedicado a tí, Manuel.

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